Se apagó una de las voces más queridas de la ciencia en México. La divulgadora, astrónoma y escritora Julieta Fierro Gossman falleció a los 77 años, dejando un legado invaluable que seguirá iluminando a generaciones enteras. La Universidad Nacional Autónoma de México confirmó su partida y, de inmediato, el mundo académico, cultural y social se llenó de mensajes de reconocimiento y gratitud.
Nacida el 24 de febrero de 1948 en la Ciudad de México, Julieta Fierro se formó como física en la UNAM, donde también obtuvo la Maestría en Astrofísica. Muy pronto descubrió que su misión iba más allá de los laboratorios: quería llevar el conocimiento científico a todos los rincones, a todas las edades, a todas las personas que miraran con curiosidad el cielo.
En el Instituto de Astronomía de la UNAM desarrolló una carrera brillante como investigadora y docente, pero su mayor huella la dejó en la divulgación científica. Con un lenguaje sencillo, cálido y cercano, fue capaz de transformar temas complejos; la composición de las estrellas, la dinámica de los planetas, la luz, el sonido, el espacio interestelar; en relatos comprensibles, apasionantes e inspiradores.
La familia del Sol: su obra más entrañable
Dentro de sus 40 libros publicados, hay uno que se convirtió en referente obligado: La familia del Sol. Este título, parte de la colección Ciencia para Todos, logró lo que parecía imposible: explicar el funcionamiento del Sistema Solar y la importancia del Sol en un lenguaje claro, accesible y, al mismo tiempo, profundamente riguroso.
En sus páginas, Fierro nos llevó de la mano a conocer la historia del Sol, la manera en que influye en nuestra vida cotidiana, el papel de los planetas, asteroides y cometas, y la fragilidad de nuestro propio planeta Tierra frente al vasto universo. Con metáforas sencillas y ejemplos cotidianos, convirtió la astronomía en una experiencia cercana y maravillosa.
La familia del Sol ha sido reeditada en varias ocasiones; la más reciente en 2024; y es considerado uno de los libros de divulgación científica más influyentes en el mundo de habla hispana. Fue también una de las obras que le valieron a Julieta Fierro el Premio Kalinga de la UNESCO en 1995, reconocimiento internacional a su labor por acercar la ciencia a la sociedad.
Muchos jóvenes que hoy son científicos, ingenieros o maestros recuerdan haber leído ese libro en su infancia o adolescencia, y haber sentido la chispa del asombro que definió sus vocaciones.
Además de sus libros, su voz resonó en programas de radio, televisión y en incontables conferencias en México y en el extranjero. Fue reconocida con el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de divulgación, recibió doctorados honoris causa y fue miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, convencida de que la palabra era la herramienta más poderosa para sembrar curiosidad.
La estrella que nos seguirá guiando
La muerte de Julieta Fierro nos recuerda que hay personas que trascienden más allá de sus años de vida. Ella logró que miles de mexicanos levantaran la vista hacia el cielo y entendieran que ahí, entre estrellas y planetas, también está nuestra historia y nuestro futuro.
Su voz se apagó, pero dejó libros, recuerdos y metáforas que seguirán viajando como luz de estrella: aunque ella ya no esté físicamente, su obra nos seguirá alcanzando, brillando desde la distancia y guiándonos, como un faro cósmico, hacia la maravilla del conocimiento.
MARIA SOLEDAD GUIJOSA VIVANCO